domingo, 3 de abril de 2011

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Para tomar de vuelta la vida hace falta un poco de egoísmo absoluto.
De vez en cuando hace falta pararse frente al espejo y aceptar toda dicha y desdicha que se puede dibujar en el rostro. Aceptar esa desnudez que nos caracteriza desde el nacimiento, ver cada línea de nuestra figura como parte sonante de lo que somos.
De vez en cuando hace falta mirarnos en el silencio de nuestra alcoba, arrancarnos la ropa y mostrarnos que somos humanos, que nuestra vida es volátil y que el tiempo nos toma de la mano, nos sopla hasta la última morada mientras que somos hojas, presas del viento y podemos caer en el momento que éste se canse de soplar.

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